El modelo
de Estado se basaba en una
fuerza coercitiva propia de un Estado totalitario y policial, se practicaba la
brutalidad extrema contra los enemigos del régimen, la ley dejó de regir
Alemania. La oposición política apenas si tuvo opciones, no pudo resistir la
violencia ejercida, en primer lugar por las SA, y posteriormente las SS, era
inferior ideológica y organizativamente. El Partido Nazi y todo su entramado lo
tuvo más fácil para desmontar y reinventar el Estado debido a que nadie creía
en la República de Weimar surgida después de finalizada la Gran Guerra, uno de
los principales motivos era que se culpabilizaba a los partidos democrático-
liberales de la firma del Tratado de Versalles, por tanto era un sistema
desacreditado que contribuyó a su propio fin.
Las
Instituciones del Estado se moldearon a imagen y semejanza de la ideología del
Partido Nazi. Practicaron el uso arbitrario de la legislación, la aplicaron
según convenía, la única rama del derecho que sufrió intervenciones fue la
penal, el resto prácticamente no fue tocado. Aspiraban a una ilusoria y utópica
ley germánica. También jueces y abogados fueron en el mismo sentido del ideario
político de Hitler, si bien los nazis simplemente los vieron como un
instrumento más de represión y dominación, no los respetaban. Lo mismo podemos
decir del ejército, el alto mando no
era, con excepciones, nazi, pero habían apoyado al Führer en su locura
imperialista, incluso colaborando con el Estado en el genocidio de judíos y
otros grupos sociales considerados al margen de la sociedad, por esto de alguna manera se habían unido al
destino del Führer y por ende de Alemania. Hitler era un hombre de masas, no le
gustaba nada la burocracia, trabajaba de forma anárquica.
Mantenía
relaciones personales de carácter feudal con una serie personas de confianza,
se fue aislando poco a poco a medida que transcurría la guerra, y sólo una
pequeña camarilla podían despachar con él: Himmler, Goebbels, Göring, Ribbentrop,
Ley, Sanckel, Spear, Keitel, y los Gauletier (caciques regionales). Bormann alcanzó
un enorme poder al controlar el partido con la caída de Hess y al ser nombrado
“secretario del Führer.
Según mi punto
de vista, para poder entender que una nación culta como la alemana pudiese
sumergirse en esa vorágine de destrucción e irracionalidad es fundamental
conocer no sólo el pensamiento de Hitler, sino el funcionamiento del propio
Partido Nazi, que viendo en él a un nuevo “Mesías” lo encumbran en lo más alto
en todos los sentidos; consienten que Hitler se asiente en la reafirmación
absoluta de su control sobre el propio partido, y le otorgan un carácter de
salvador incuestionable. Fue el partido el que facilitó con su fe ciega en él
que Hitler adquiriese esa aura semidivina, y que fuese reafirmando su “ego” y
su convencimiento del papel que tenía que jugar en la historia. Evidentemente,
que supo jugar en todo momento las cartas que le fueron dando, pero sin ese
convencimiento de la “Comunidad carismática” no hubiese llegado a donde llegó.
No pretendo quitar méritos a Hitler ni mucho menos, es decir, la vehemencia y la verborrea que sabía
esgrimir delante de las masas, el saber tocar la fibra sensible de un pueblo
humillado y con ánimo de revancha, eso fue un triunfo suyo, fue sumando partidarios
en los mítines en cervecerías primero, y posteriormente ante masas de gente que
estaban dispuestas a escuchar lo que Hitler les decía, y los convencía. Fue un
astuto oportunista. Ese es el filón que el Partido Nazi quiso aprovechar.
En
consecuencia, pienso que la idea de Estado que Hitler creó nada más ser
nombrado canciller, era una consecuencia de todo ese ideario absoluto que
defendían él y su partido. Con su acceso al poder no cabía otra fórmula de
gobierno más que la imposición de un régimen autoritario de carácter mesiánico
y personalista, que pusiese fin a la denostada República de Weimar, y que
eliminase toda oposición política, fuese de izquierdas o de derechas. A partir
de aquí, con un programa muy básico, con un ideario político primitivo y
elemental, pero directo y fácilmente asimilable por las masas, su puesta en
marcha, una vez eliminados los obstáculos, fue sencilla. La base de su proyecto
centrado en el antisemitismo, el antibolchevismo y la búsqueda de un “espacio
vital” sólo podía llevar a la guerra y a la destrucción, no cabían otras
posibilidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Cualquier aportación o comentario de tu parte siempre será bienvenido