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El rincón de Tucídides aspira, sin pretensiones, a presentar toda aquella información interesante al respecto de la historia, el arte, fotos de grabados y libros antiguos de mi colección, citas de libros que me han gustado, referencias que vaya encontrando sobre estos temas, en fin todo aquello que me interesa, y que espero pueda ser atractivo para los demás.

"Insulae Balearides et Pytiusae"

"Insulae Balearides et Pytiusae"
"Novus Atlas" o "Theatrum Orbis Terrarum", de Blaeu, Amsterdam, 1640

La frase


"Mientras vivas procura constantemente instruirte, no presumas que la vejez lleve consigo la sabiduría"

Solón (638 a.C- 558 a.C)


Plan de Palma de N. de Fer

Plan de Palma de N. de Fer
Plano de Palma de N. de Fer (s. XVIII)

viernes, 31 de julio de 2015

La política interior de Alfonso XI

Retrato de Alfonso XI de Castilla de José María
Rodríguez de Losada
La muerte de Fernando IV (1301- 1312) dejó al reino de Castilla sumido en un larga minoría (1312- 1325) porque su hijo y sucesor, Alfonso XI (1312- 1350), contaba tan sólo un año edad, esto llevo a que hasta tres facciones nobiliarias rivalizasen entre sí para hacerse con la regencia. Además los benimerines y nazaríes aprovecharon la debilidad interior del reino, recibiendo como respuesta una campaña organizada por los infantes Juan y Pedro juntamente con la madre del joven rey María de Molina.
 
Una de las primeras acciones del monarca al llegar a su mayoría de edad fue reorganizar su corte y consejo, para esto se hizo con los servicios de Garcilaso de la Vega y de Alvar Núñez de Osorio. El ordenamiento que concedió en las Cortes de Valladolid de 1325 contrasta con el que habían otorgado sus tutores tres años antes, este es más breve y aunque la situación sea crítica no se hace constar tan expresamente como en la anterior, en concreto apenas se plantean problemas en la administración de justicia, y la mayoría de los acuerdos se centran en el buen gobierno y la administración de las ciudades. Otra de las cuestiones planteadas era la mengua de la jurisdicción de las ciudades y villas debido a que algunas aldeas y sus alfoces tenían condición de behetría, solariego y abadengo por lo que los pleitos quedaban fuera del ámbito de aplicación del fuero y en cambio eran sentenciados por un alcalde puesto por el señor, por ello se solicitó que se aplicase en su lugar el correspondiente fuero. También se regularon las cuantías de las sanciones que podían imponer los adelantados y los merinos mayores. Las cuestiones fiscales no fueron de menor importancia, se trataron algunos asuntos del rey, como la cuantía a percibir como yantar, los perjuicios derivados de la percepción en los caminos de rondas y guías por los animales, la realización de prendas de unos lugares por otros, y el reconocimiento de los albalaes de pago o de quitamientos de pechos y derechos hechos por los recaudadores.  Finalmente otra cuestión de importancia estaba relacionada con la organización del reino y el despilfarro de la corte que había agotado las rentas reales, por ello se solicitó que los oficiales y alcaides de alcázares y fortalezas fueran elegidos entre los hombres buenos de las ciudades. También se plantearon actuaciones para la defensa de los derechos de la Iglesia y que los alcaldes de las Hermandades y los oficiales reales no interviniesen en la jurisdicción eclesiástica.
 
El reinado de Alfonso XI a partir de su mayoría de edad históricamente ha sido considerado un período de fortalecimiento del poder de la monarquía frente a la nobleza. Dicho fortalecimiento no fue un proceso únicamente de imposición sino también de asimilación y de vinculación de la nobleza a los proyectos de la monarquía, principalmente las campañas militares. La historiografía otorga dos aspectos básicos de su reinado, por un lado el ya citado proceso de afirmación monárquico con el sometimiento de la nobleza y la implantación de una serie de reformas que hicieron hincapié en la centralización del gobierno  junto con una nueva fiscalidad y la puesta en marcha de la alcabala. Y por otro lado, se dio un impulso a la lucha contra los musulmanes que se caracterizó por el afianzar el dominio del Estrecho y así acabar con la amenaza de invasión norteafricana.  Un autor como Estepa considera que el poder de la Corona castellana se reforzó durante los años 1325- 1337 como consecuencia de la mejora de las relaciones entre Alfonso XI y la alta nobleza castellana.
 
El fortalecimiento de la autoridad de la Corona se manifiesta entre otros aspectos en un mayor control sobre las Órdenes militares. Esta afirmación se produjo en el aumento de su influencia en la designación de los maestres, llegó a nombrar a cortesanos y a sus propios hijos para el desempeño de ese honor. Además reactivó aspectos del derecho feudal para asentar su autoridad y logró extender la jurisdicción  real sobre los señoríos de las Órdenes.
 
Se propuso un mayor control de la administración de las ciudades mediante el nombramiento de diversos oficiales encargados de intervenir en los asuntos municipales. Entre 1326 y 1348 los concejos abiertos fueron sustituidos por asambleas cerradas. Si bien el modelo oligárquico municipal no sufrió cambios traumáticos. El monarca también estableció en las Cortes de Alcalá de 1348 en las ciudades los llamados caballeros de cuantía. El motivo fue que la figura del caballero estaba en recesión a pesar de las ventajas fiscales y políticas inherentes, pero como no era suficiente con la adscripción libre y voluntaria, se impuso la obligación a todos los hombres de realengo de mantener caballos para la guerra según la renta disponible. Como compensación los caballeros de cuantía recibieron exenciones fiscales y privilegios sociales, especialmente en lo que respecta a la vestimenta. Su posición era preponderante en los concejos medios y pequeños monopolizando los oficios municipales.
 
Durante este reinado se promovió la importancia de los letrados, principalmente juristas y clérigos, los cuales entraron en la corte desempeñando funciones en la administración. La nobleza también experimentó una serie de cambios que posteriormente serán más palpables durante la subida al trono de la dinastía de los Tratámara. En concreto los linajes antiguos o viejos, como los Lara, Haro, Castro, Traba, Aza, Meneses y Cameros decayeron, siendo sustituidos por una nueva nobleza de origen más humilde. Su paulatina desaparición hay que buscarlas en causas biológicas, como la escasa fecundidad, epidemias y prácticas endogámicas, los enfrentamientos entre familias y las campañas militares.
 
Así los grandes beneficiados en estos primeros momentos de cambio fueron los representantes de la nobleza andaluza, como los Guzmanes, Ponces y los Tenorio y Coronel. El triunfo de esta nobleza nueva se atribuye históricamente a los Trastámara, pero ese fenómeno de señorialización ya es palpable durante el reinado de Alfonso XI con las concesiones de aldeas, como los donadíos recibidos por las familias Guzmán, Ponce de León o los hijos de los Infantes de la Cerda.
 
La hacienda castellana también experimentó una sustancial modificación patente en dos periodos intensos, de 1265 a 1273 y el que correspondería al reinado de Alfonso XI de 1333 a 1347. Al final se produce una modificación de la fiscalidad de tipo señorial por elementos característicos de una soberanía estatal. En la segunda mitad del reinado de Alfonso X se empezó a intuir un nuevo sistema fiscal que concluyó con Alfonso XI y la implantación de la alcabala. La nueva fiscalidad se basaba en la generalización de las contribuciones indirectas, servicios extraordinarios, contribuciones eclesiásticas, solicitud de empréstitos y la emisión de moneda. La dinámica financiera en la Baja Edad Media era resucitar el impuesto directo y generalizar el indirecto. La creación de la alcabala supuso la culminación de las reformas fiscales y una nueva fuente de recursos por parte de la Corona. Este impuesto gravaba las transacciones comerciales, implantándose primero en Andalucía y Murcia antes de su generalización territorial. Esta fiscalidad estatal se basaba en impuestos directos, votados por las Cortes, y tributos indirectos que gravaban las distintas compras y ventas y la circulación del ganado.
 
Durante el reinado de Alfonso XI están presentes dos fenómenos característicos de la época que le toco vivir al monarca castellano, como son la Peste Negra que se inició en 1348 y la “crisis del siglo XIV”. La historiografía hispana apenas si ha tratado el tema de la Peste Negra, mientras que la “crisis del siglo XIV” y su influencia de la Corona de Castilla ha sido ampliamente tratada. Desde finales del siglo XIII Castilla entró en una fase de depresión económica. A pesar del florecimiento mercantil y la expansión de la ganadería lanar, se produjo un aumento de los precios, se produjeron constantes devaluaciones monetarias, situaciones de pobreza, inseguridad, robos, condiciones climáticas adversas y hambrunas. Se produjo un empobrecimiento generalizado, disminución de los niveles de producción e importante caída demográfica.
 
Existen autores como Borrero, Casado, Igual o Rodríguez que han puesto en duda esta crisis argumentando que los modelos explicativos aplicados al norte de Europa no son aplicables al mundo mediterráneo. Además el acercamiento a esta cuestión se ha realizado de forma espacialmente fragmentada, ya que sólo Andalucía y Murcia han sido estudiados de forma profunda debido a que ambas regiones disponen de una extensa riqueza documental superior al resto de territorios, y también ha influido el hecho autonómico.