Retrato de Alejandro Malaspina. Anónimo.
(Museo Naval de Madrid)
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Los
españoles a lo largo del siglo XVIII recorrieron las costas del
Pacífico norte llegando hasta la costa noroeste americana y Alaska.
Esta zona era desconocida y sólo accesible bordeando Tierra de Fuego
y como no se sabía donde acababa América por el septentrión se
intentó buscar el paso del Noroeste que unía el Pacífico y el
Atlántico. Se inició una competición por el control de la zona, y
fue Vitus Bering, danés al servicio de Rusia, quien en 1728 exploró
el mar que separa Asia de América, y que lleva su nombre, alcanzando
en su segundo viaje las islas Aleutianas en 1741. Los comerciantes
rusos financiaron expediciones a las costas más occidentales de
América debido a la abundancia de pieles.
Esta
presencia rusa empujó a los españoles a organizar expediciones al
norte de California con la intención de determinar el alcance de la
penetración y reafirmar los derechos de España sobre las tierras
descubiertas en esas latitudes. Así en 1774 el piloto Juan Pérez
llegó hasta el norte del archipiélago Reina Carlota y
posteriormente hasta un fondeadero denominado Nutka en la costa
occidental de la actual isla de Vancouver.
Ante el
creciente interés ruso por asentarse en Nutka, una expedición
española guiada por Esteban Martínez desembarcó en 1787, construyó
un fuerte y detuvo aquellos barcos comerciantes ingleses que no
reconocían la soberanía española, fue el inicio de un conflicto
con Inglaterra.
En abril de
1791 ya en Acapulco Malaspina recibió el encargo de Carlos IV para
seguir la búsqueda del anhelado paso del Noroeste por lo que llegó
a Alaska, allí al convencerse de la inexistencia de éste regresó
de nuevo a Acapulco después de haber pasado por Nutka, Monterrey y
California.
Las
negociaciones entre Inglaterra y España condujeron a la organización
en 1792 de una expedición diplomática y científica a Nutka
capitaneada por Juan de la Bodega y Cuadra para determinar los
límites y los puntos de la discordia, se entrevistó con el capitán
inglés Vancouver, pero no llegaron a ningún acuerdo, y fueron sus
respectivos gobiernos los que concluyeron en 1794 la tercera
Convención de Nutka por la que la fortificación española debía
ser abandonada y se permitiría el libre acceso de ambas naciones.
Ese mismo
año de 1792 el virrey de Nueva España , el conde de Revillagigedo,
había perdido las esperanzas de descubrir el paso del Noroeste, por
lo que organizó una expedición dedicada a realizar observaciones
astronómicas y físicas, y levantamiento de planos en el estrecho de
Juan de Fuca. Al
mando de las goletas Sutil y
Mexicana la
misión fue dirigida por Dionisio
Alcalá Galiano y Cayetano Valdés,
oficiales formados en la escuela de
guardiamarinas y componentes de la expedición Malaspina, quien
además los recomendó para esta expedición.
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