Taula de Trepucó (Menorca) |
Megalitismo es un término que
hace referencia a las construcciones hechas con grandes bloques de piedra
(megalithos), y su uso se extiende no sólo a las construcciones de la Europa
occidental, sino también a América del sur, India, Indonesia, Palestina,
Egipto, Etiopía, norte de África, realizadas por tanto en diferentes partes del
mundo, por diferentes culturas, en diferentes períodos cronológicos. En concreto,
si nos referimos a la Europa occidental, los restos megalíticos más antiguos se
encuentran en Bretaña (Francia) y en Portugal, con dataciones de mediados del v
milenio a.C., y por consiguiente anteriores a las necrópolis del Egeo del 2800
a.C. Estos resultados han permitido poner en evidencia la tesis orientalista e
hiperdifusionista que defendía el origen oriental del fenómeno. Se generaliza su uso durante los milenios iv y
iii, desde el Neolítico pleno al Calcolítico y los inicios de la Edad de
Bronce, y es a partir del ii milenio cuando se extiende a otros continentes.
En contraposición a los
defensores de la tesis hiperdifusionista, quienes defienden un origen
poligenista del fenómeno del megalitismo consideran que la Bretaña francesa y
Portugal, además del sur de la Península Ibérica, Irlanda o Dinamarca, han sido
los centros origen de esta arquitectura monumental y a partir del Neolítico
avanzado se expansionó y evolucionó de forma independiente. En concreto en
España el megalitismo aparece durante el iv milenio a.C.
Con independencia del lugar y
tiempo de construcción todas estas obras tienen en común una organización y
estructura social con cierto grado evolutivo; además es evidente el carácter de
centros de culto que tienen estos complejos megalíticos, aglutinan su valor
simbólico y religioso con su función funeraria, son auténticos santuarios o
lugares sagrados. Estas obras se caracterizan por su monumentalidad, sus espectaculares dimensiones y el esfuerzo
requerido, cualidad que nos manifiesta una estructura social muy jerarquizada
que posibilita la movilización y la coordinación de un elevado número de
personas durante un período de tiempo prolongado; por su carácter colectivo, como reflejo del poder de una familia o de un
grupo, con un claro valor simbólico, debido a que las estructuras funerarias
están destinadas a inhumaciones colectivas en contraposición a la tradición de enterramientos individuales
hasta el pleno Neolítico; y como expresión de dominio sobre un
territorio, de su vinculación con el grupo.
Las manifestaciones concretas
del megalitismo en la Península Ibérica se sustancian en las cuevas sepulcrales con inhumaciones
colectivas, utilizadas con la aparición de los asentamientos al aire libre y el
abandono de las cuevas como hábitat. Los hipogeos
de la costa atlántica, consistentes en una cámara con corredor excavada en la
roca. Y finalmente los sepulcros
megalíticos construidos con mampostería en piedra combinada con grandes
losas, en concreto los sepulcros de corredor con cámara circular cubierta con
falsa cúpula.
Además, en estrecha relación
con el megalitismo los inhumados aparecen acompañados de ricos ajuares, una
manifestación más de la complejidad social de estas sociedades, compuestos por
cuentas de collar, pulseras, brazaletes de arquero, cerámicas decoradas,
elementos votivos como armas, e ídolos.
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