El Homo neanderthalensis empezó su diferenciación genética con respecto al Homo heidelbergensis hace unos 350.000 BP dentro del Pleistoceno medio, pudiéndolo encontrar ya formado hace unos 128.000 BP, durante la subfase climática del Último Periodo Interglaciar (OIS 5e), ya en el Pleistoceno superior. Su retroceso y desaparición generalizados se sitúan sobre los 40.000 BP, dentro del Interpleniglaciar (OIS 3), aunque los últimos reductos los encontramos en la Península Ibérica hace aproximadamente unos 25.000 BP. Su existencia coincidió con la última gran glaciación de la secuencia glaciar alpina (Würm) caracterizada por el predominio de un clima frío y seco, en la que se produjeron oscilaciones de períodos más cálidos y húmedos.
En la Península Ibérica , las características
climatológicas produjeron una alternancia de vegetación semidesértica y de
estepa, con la expansión de los bosques mediterráneos poco densos durante los
períodos más templados. La fauna sufría todos estos cambios, y las especies o
bien se adaptaban a éstos, emigraban a otros biomas más apropiados o
simplemente se extinguían.
La nutrición de los neandertales se basaba principalmente en
una dieta cárnica, y en menor medida en el consumo de vegetales. Existen dos
hipótesis principales al respecto de la habilidad que tenían a la hora de
organizar una cacería; por un lado Binford considera que los neandertales
tenían una baja capacidad de previsión a largo plazo, y por eso sus estrategias
de caza no eran sistemáticas y organizadas, y no les permitían desarrollar
tácticas capaces de cazar grandes presas, por lo que eran más bien oportunistas
que les permitían cazar pequeñas presas, e incluso carroñeros. Mientras que por
otra parte Chase defiende que dominaban estrategias cinegéticas complejas que los convertían en cazadores
especializados capacitados de abatir a grandes piezas. Existe una tercera
opción argumentada por el propio Finlayson, que basa las posibilidades de
adquisición de recursos alimenticios a las mejores condiciones climáticas de la Península Ibérica
con respecto a zonas más septentrionales. A pesar de la gran cantidad de
kilómetros de costa los neandertales no practicaron de forma frecuente la
pesca, aunque si se ha constatado, no de forma abundante, la captación de
recursos en medios hídricos, como restos de lapas, cochas de mejillones e
incluso restos de focas.
Los datos paleoetnográficos
disponibles nos hablan de una escasa densidad
de población repartida en grupos poco numerosos y unidos por vínculos
de parentesco, autárquica y aislada por lo que la endogamia se convirtió en una
desventaja adaptativa decisiva en su supervivencia. El tipo de hábitat del Homo
neanderthalensis es al aire libre, y en cuevas y abrigos. Se caracteriza por
dos tipos de ocupaciones, unas de corta duración donde se realizaron un número
limitado de actividades, y otras que constituyen auténticos espacios domésticos
organizados en torno a hogares, y con acumulaciones de restos faunísticos y de
producción de artefactos, y que sugieren la existencia de ocupaciones más
prolongadas (Vilas Ruivas y Abric Romaní).Se ha planteado la existencia de la
construcción de cabañas, estructuras abiertas o paravientos.
El complejo industrial o cultura asociado a los neandertales es
el denominado Musteriense, en el que podemos encontrar toda una serie de útiles
caracterizados por cierta variabilidad. En líneas generales este tecnocomplejo
presenta una escasa variedad de útiles, agrupados en cinco grupos
fundamentales: raederas, denticulados, bifaces, puntas y cuchillos de dorso. También
se le atribuye el Chatelperroniense. El simbolismo se manifiesta en los
enterramientos, en las conchas marinas perforadas usadas como colgantes y
manifestaciones plásticas simbólicas.
Finalmente, los yacimientos más destacados los
encontramos en el norte peninsular en el Castillo, Morín, Pendo, Lezetxiki y
Abric Romaní; en el Levante y Andalucía en Cova Negra, Zafarraya, Carihuela y
Gorham’s Cave; en la fachada atlántica en Foz Coa; y en el interior peninsular
en Ambrona y Los Casares.
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