Punto de encuentro para los amantes de la historia, el arte y los grabados




El rincón de Tucídides aspira, sin pretensiones, a presentar toda aquella información interesante al respecto de la historia, el arte, fotos de grabados y libros antiguos de mi colección, citas de libros que me han gustado, referencias que vaya encontrando sobre estos temas, en fin todo aquello que me interesa, y que espero pueda ser atractivo para los demás.

"Insulae Balearides et Pytiusae"

"Insulae Balearides et Pytiusae"
"Novus Atlas" o "Theatrum Orbis Terrarum", de Blaeu, Amsterdam, 1640

La frase


"Mientras vivas procura constantemente instruirte, no presumas que la vejez lleve consigo la sabiduría"

Solón (638 a.C- 558 a.C)


Plan de Palma de N. de Fer

Plan de Palma de N. de Fer
Plano de Palma de N. de Fer (s. XVIII)

sábado, 6 de agosto de 2011

El comercio del ámbar durante la Prehistoria

El ámbar procede de ciertas plantas que formaban los bosques del período terciario, es una resina fósil, como lo prueban sus caracteres químicos y lo confirma la existencia de animales, principalmente insectos, aprisionados en los grumos de la sustancia. Se presenta como un cuerpo mineral, pero que posee las cualidades de una materia de origen orgánico El ámbar ha sido desde la más remota antigüedad objeto de la atención del hombre, y puede decirse que fue una de las primeras materias que empleó para la satisfacción de las necesidades estéticas, además de fundamento del lujo. La zona por excelencia de su localización se sitúa en la península llamada Sandland, que se extiende entre Memel y Danzig, abarcando desde Kœnigsberg hasta el Báltico.

La explosión económica y social que supone la llegada de la Edad de Bronce se debe a la consolidación de dos rutas comerciales: la del estaño y la del ámbar, con todo lo que conlleva, intercambios de productos manufacturados y materias primas de lujo.

El Calcolítico, cronológicamente situado en el iii milenio a.C., no se caracteriza precisamente por el mantenimiento de unas relaciones de intercambio tal y como aparecerán durante el Bronce, cuando se establezcan unas redes comerciales controladas por intermediarios, y que conectarán diferentes zonas productoras y consumidoras. En cambio lo que si que existen son intercambios comerciales de carácter más local, sobre todo relacionado con la explotación del cobre. En concreto hasta el establecimiento de un entramado comercial, el ámbar prácticamente se mueve en la zona de extracción, costas del Báltico, afectando a Dinamarca, una muy pequeña parte de Noruega, y una parte de Suecia.

A mediados del iii milenio, durante el Calcolítico, el ámbar, por proximidad con las zonas productoras, aparece en Gran Bretaña, el camino que sigue en dirección a esta gran isla fue evidentemente marítimo y debió ser el reflejo de un incipiente comercio ya establecido de distintos productos, incluidos los metales, con el continente. Se encontraron objetos realizados con este material en tumbas individuales. Este comercio se intensificó en esta zona durante el Bronce antiguo, con una cronología de 1800- 1400 a.C., con la cultura de Wessex, como pueden atestiguar collares y jarros de ámbar encontrados en ajuares pertenecientes a tumbas de la aristocracia local. Dentro de la Europa atlántica encontramos la Civilización armoricana formada por pueblos procedentes del Mar del Norte, posiblemente protovikingos, que en sus ajuares también aparecen adornos de ámbar, hablamos del período 1900 a.C. La Europa Central cumple un papel fundamental en el comercio europeo por su situación geográfica- estratégica entre la Europa Nórdica y el Mediterráneo.

 Durante el Bronce Antiguo, es la cultura de Unetice o Aunjetitz, la que controlaba las rutas comerciales europeas, entre otros productos, canalizaban el ámbar y el oro, por lo que se convirtieron en intermediarios entre el Báltico, la Grecia Micénica y las Islas Británicas. En la Edad del Bronce, la Europa Nórdica estaba muy influenciada por la cultura Centroeuropea citada, en concreto, se identifica la denominada cultura Montelius, considerada como uno de los centros de exportación de ámbar más importantes, dirigida sobre todo a la misma Unetice, y de aquí a Grecia y al Egeo, viéndose beneficiada en el intercambio con los centros metalúrgicos de la Europa Central y Oriental.

Todas las culturas mediterráneas a partir del Bronce Antiguo se vieron inmersas en la red de intercambios comerciales entre el norte y centro de Europa, con todo lo que conlleva, mayor uniformidad en cuanto a la cultura material localizada en los ajuares funerarios, y el intercambio de ideas. Como ejemplo citar que se han encontrado objetos de ámbar en el norte de Italia, en concreto la cultura Polada, la cual entró en contacto con Centroeuropa a partir del 1800 a.C.

El recorrido del ámbar hasta el Peloponeso pasaba por el Adriático; seguía hasta las cabeceras del Rhin y del Danubio, y alcanzaba por el Elba su lugar de procedencia. Curiosamente, el núcleo centroeuropeo de la ruta del ámbar se encuentra entre las pocas regiones europeas en las que se concentra el cobre en estado natural. Más curioso es, si cabe, el hecho de que sea precisamente el foco centroeuropeo de la ruta del ámbar (las regiones de Sajonia y Turingia) el que se adelanta, a comienzos del ii milenio a.C.

La Grecia Micénica mantiene durante el Bronce reciente unas relaciones comerciales con el continente y el Mediterráneo, lo que permite el intercambio de productos provenientes de todas las partes de Europa, viéndose incrementadas dichas relaciones a comienzos del siglo xiii a.C.

A partir del año 1500/1450 a.C. empieza la etapa del Bronce Medio con la aparición de una mayor demanda de metal como consecuencia de la proliferación de utensilios, armas y adornos, principalmente de bronce, considerados no sólo ya como elementos de lujo, sino también como elementos de uso cotidiano, desencadenando una intensificación de las redes de comercio. Durante esta nueva etapa la llamada Cultura de los Campos de Urnas es continuadora de la de Unetice, sustituyéndola en el control de la ruta del ámbar y del comercio micénico. Uno de los rasgos que marcan el Bronce Medio es el de la mezcla de pueblos sobre todo en las zonas de paso agrícolas y mineras. Dentro de esta cultura se encuentra el grupo del noroeste de Alemania, principalmente la región de Lünebourg, el cual está muy influenciado por la Europa Nórdica. Esta zona estaba en contacto directo con Jutlandia para el comercio del metal y del ámbar.

En torno al 1400 a.C. Escandinavia, como consecuencia del enriquecimiento que le reporta el comercio del ámbar pudo importar cobre y estaño, que le permitió convertirse en un centro metalúrgico de primer orden equiparable a los que existían en Europa Central. Las rutas comerciales básicamente eran dos, una conectaba el oeste de Dinamarca con el Rhin y el alto Danubio, y otra que unía el este de Dinamarca, el Oder y el Danubio medio.

El ámbar fue  muy codiciado y objeto de un comercio que tenemos que englobar dentro de un contexto más amplio de intercambios de metales, cerámica, oro, útiles, armas y objetos de decoración, que consiguieron conectar las diferentes culturas europeas dentro de las primeras redes comerciales conocidas.

El Imperior Hitita

El marco geográfico de la Península de Anatolia a finales del Bronce Medio y durante el Bronce Reciente es complejo por la existencia de diversos reinos, y una heterogeneidad étnica y lingüística. La capital del reino era Hattusa, situada en el centro del país, al norte limitaba con el mar de Mármara y el mar Negro, donde habitaba un pueblo montañés llamado gasca, en el sureste se encuentra la cordillera del Tauro donde hay las Puertas de Cilicia, y el sur limitaba con el Mediterráneo.

Los orígenes del Imperio Hitita hay que buscarlos en el periodo de transición el iii al ii milenio a.C. cuando los reyes de Kussara, Pikhana y Anitta, unificaron la región, conquistando ciudades como Nesa, y destruyendo la futura capital del reino, Hattusa. Durante los primeros siglos del ii milenio a.C. los asirios establecieron en Anatolia unos asentamientos comerciales (karum), cuya ciudad más importante fue Kanish, los cuales mantenían una independencia respecto a las ciudades nativas, y que sirvieron para el intercambio de plata y oro por productos textiles y, especialmente, estaño.

A la muerte de Anitta se inicia un período de transición poco conocido que finaliza con la subida al trono de Hattusili (1650-1620 a.C.), momento en el que empieza el Reino Antiguo Hitita, pasando la capital a Hattusa, e iniciándose una política de expansión, que le llevó a dominar la Anatolia central, penetró en el Norte de Siria conquistando Alalah. Al año siguiente se dirigió contra el reino de Arzawa, hecho aprovechado por los hurritas para atacarle, lo que le obligó a asegurar su reino. Una vez pacificado cruzó el Éufrates para iniciar una campaña militar sin conseguir el dominio de la zona. Le sucedió Mursili i (1620-1590 a.C.), el cual se tuvo que enfrentar con los mismos enemigos que su predecesor, venció al reino de Yamhad, conquistando Aleppo lo que le permitió controlar las rutas comerciales del norte de Siria. Aprovechó la inestabilidad de la zona para realizar una campaña de saqueo que le llevó a Babilonia en 1595 a.C. Durante el reinado de su sucesor Telepinu surgió el reino de Kizzuwatna. A la muerte de este rey el reino entra en una época poco conocida caracterizada por luchas internas.

La organización política tiene como centro del poder la figura del rey, asistido por una asamblea o consejo aristocrático, el Panku, se duda si la monarquía fue electiva durante los primeros tiempos del Reino Antiguo. La esposa del rey también tuvo su importancia.

El Imperio Hitita surge con el reinado de Suppiluliuma i (1344-1322 a.C.). Primero se dedicó a asegurar la estabilidad de Anatolia, dejando bajo su órbita a los reinos de Kizzuwadna, Arzawa e Isuwa, para luego expansionarse, derrota a Mitanni, se establece en Siria, llegando hasta Kadesh, lo que le obliga a firmar el pacto de kurustama con Egipto por sus intereses en la zona. Firmó tratados con Amurru, Ugarit, Kadesh y la Babilonia casita para hacer frente a los asirios, a su vez se extendió hacia el Éufrates conquistando Karchemish. La viuda de Tutankhamón, Ankhesamón, solicitó desposarse con un hijo del rey, que durante el viaje Egipto fue asesinado, sirviendo este hecho como motivo para consolidar las victorias en Siria y formar el imperio más grande en extensión de los Hititas.

Sus sucesores, Mursili ii, Muwatalli ii, Mursili iii, Hattusili iii, Tudhaliya iv y Suppiluliuma ii tuvieron que hacer frente a rebeliones dentro de su imperio y a una política cada vez más agresiva de Egipto y Asiria, contexto en el que se produce la batalla de Kadesh con Rameses ii y el traslado de la capital a Tarhuntassa, para luego volver a Hattussa, hasta el agotamiento y fin del imperio a manos de los Pueblos del Mar, los gasca y frigios. Gran importancia tuvo en este contexto la diplomacia y la firma de tratados con reinos y ciudades, en los que se hacia un juramento de los reyes vasallos con el rey hitita, siempre se reflejaba la superioridad del rey hitita, a excepción del único paritario que firmaron  Rameses ii y Hattusili iii.

El rey administraba justicia, dirigía los ejércitos, y realizaba ofrendas en santuarios en calidad de sacerdote principal, como Yazilikaya, o en ciudades consideradas sagradas, como Nerik, Arinna y Zippalanda. Las ciudades más importantes del imperio fueron la capital Hattussa, así como Aleppo y Karkemish que se consideraron virreinatos para facilitar el control de un imperio tan extenso.