Todo lo relativo a los Celtas que englobaríamos dentro de la voz “céltico” no es un término unívoco, hace referencia a diversos puntos de vista, así hablamos de gente designada de este modo por griegos y romanos, en lingüística afecta a un grupo perteneciente a la familia indoeuropea, también se refiere al complejo arqueológico de la Europa centro- occidental que abarca una serie de culturas, y finalmente es un estilo artístico.
El conocimiento que se tiene de los Celtas proviene de una serie de fuentes. Las literarias grecolatinas a partir del 600 a .C. muestran un deficiente conocimiento geográfico y de las fuentes, además de tener asumido la distinción entre “nuestra cultura” y “su barbarie”. La relación de autores es muy amplia, desde Herodoto, Aristóteles, Jenofonte, Apolonio de Rodas, Estrabón, Diodoro de Sicilia, hasta Julio César, Tito Livio, Trogo Pompeyo y Tácito, entre los más destacados.
Los términos utilizados como designación étnica de carácter general fueron “keltoi” y “celtae”, aunque también se utilizaron otros sinónimos de los anteriores como “galatae” y “galli”, con diferencias conceptuales entre ellos.
La épica irlandesa más antigua, la hibernia del s. IX, y posterior, si bien está muy influenciada por el horizonte paleocristiano, describe la organización e instituciones antiguas.
Las fuentes citadas tienen que servir de complemento a la arqueología, que nos permite estudiar la tecnología, el hábitat, economía, ideología y muerte, y a los restos lingüísticos que nos han llegado a través de la epigrafía, numismática y toponimia.
El origen de la lengua céltica hay que buscarlo en el conjunto de lenguas indoeuropeas a partir de un protoindoeuropeo de unos pueblos nómadas, que según unos autores sitúan en el área septentrional, en concreto relacionado con la cultura de los Kurganes de las estepas existentes entre el Mar Negro y el Volga, mientras que otros lo sitúan en el área meridional, desde el Anatolia a Irán, donde han aparecido los textos más antiguos.
Del protoindoeuropeo surgiría un protocéltico en tiempo y lugar imprecisos, que sería el tronco común de las dos variantes conocidas, el celta de la “g” ó goidélico, más arcaico, y el celta de la “p” ó britónico, más innovador.
La romanización puso freno a la geografía lingüística céltica quedando restringida al área más noroccidental.
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